El I+D está conformado por varias actividades y fases creativas realizadas de forma sistemática, que son: son la investigación fundamental, la aplicada, el desarrollo tecnológico y el de productos y procesos.

Esta investigación corresponde a trabajos originales llevados a cabo para adquirir conocimientos científicos nuevos, no va orientada a un fin o aplicación práctica en específico.

Para todo esto, se usan propiedades, estructuras y relaciones, de forma que puedan formular hipótesis, teorías y leyes. Por lo general, los resultados que se consiguen no tienen ningún objetivo con fines de lucro y se publican en revistas especializadas.

Se refiere a aquellos trabajos originales que se hacen para adquirir conocimientos científicos o técnicos nuevos, pero va orientada a un objetivo práctico determinado.

Los resultados tienen altas probabilidades de ser patentados.

Usa conocimientos científicos existentes para producir nuevos materiales, dispositivos, productos, procedimientos, sistemas, servicios o para mejorarlos sustancialmente. Se incluye la realización de prototipos e instalaciones pilotos. Para hacer pruebas, no obstante, en la actualidad se recurre más a la simulación por ordenador. Tiene como objetivo lanzar al mercado una novedad o mejora concreta.

Se puede dividir en desarrollo tecnológico interno y externo.

El primero mejora la eficiencia de un proceso o el mal funcionamiento, en general, de una maquinaria como mecanismo eficiente. Considerando la tecnología sin carga valorativa, externa al proceso de implantación entre el usuario y el proceso tecnológico. Por su parte, el externo, incluye al usuario, abarcando factores sociológicos, económicos, culturales, sociales y demográficos, incluye tantos ámbitos como implicaciones tiene la tecnología.

Una vez se logran todos los potenciales de las tres fases anteriores, como el conocimiento, capacidad, procesos y prototipos, se transforman en productos concretos para que se puedan colocar en el mercado al cual va orientada la empresa, cumpliendo en general con el objetivo de introducir un producto nuevo o mejorado.

Es fácil de ver la importancia de I+D por los efectos que tienen las nuevas tecnologías creadas, sobre los siguientes aspectos:

1. Incremento de productividad, que ha contribuido a grandes cambios en la economía mundial.
2. Reducción de costes, favoreciendo a las empresas en su economía.
3. Mejora de la calidad de productos ofrecidos por la empresa.
4. Ampliación de los mercados donde incursiona el negocio.

Esto significa que I+D es de suma importancia para la permanencia de la empresa en el tiempo, asegurando su continuidad, porque el mantenimiento de su competitividad exige tener posibilidades de innovación, que son fruto de las nuevas ideas originadas del proceso de investigación.

Son muchas las ventajas que tiene invertir en investigación y desarrollo dentro de una empresa, destacando 5 que mencionamos a continuación:

1. Independencia tecnológica de la empresa.
2. Conocimiento de toda la tecnología que se genere.
3. Facilidad para acceder a las ventajas fiscales.
4. Oportunidad de explorar las innovaciones de forma comercial, mediante el provecho de marcas y patentes.
5. Adquisición de experiencia gracias a la generación de conocimientos en el área a la que pertenece la empresa.